Pendiente, equidad de género en el Premio Nobel de Física

Mié, 19 Oct 2016
  • Madame Curie (Foto: www.nobelprize.org)
Por: 
Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo, académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)

Las  cifras no dan margen a duda. Desde su fundación, el Premio Nobel de Física se ha otorgado  sólo  dos veces a mujeres y en ambas ocasiones fue compartido con dos hombres. Maria Sklodowska (Marie Curie) obtuvo el reconocimiento en 1903 por el descubrimiento de  la radiactividad, en conjunto con  Pierre Curie y  Henry Becquerel. 

Sesenta años más tarde  (1963), Maria Goeppert fue galardonada junto con Eugene Wigner y Johannes Jensen por trabajos fundamentales relacionados con la estructura de los núcleos atómicos. En números redondos, el 99% de los Nobel de Física se han conferido exclusivamente a varones. Esta proporción es claramente injusta cuando se toman  en cuenta la calidad y trascendencia de los trabajos en ciencias físicas realizados por  mujeres a lo largo de estas décadas.

Es imposible elaborar una crónica precisa de todos los logros alcanzados por mujeres a lo largo de la historia de la física, pero bastan algunos ejemplos para mostrar que el porcentaje de premios Nobel en esta disciplina otorgados a mujeres no es representativo de lo que cada género ha aportado al desarrollo de esta ciencia. 

Un caso paradigmático es el de Cecilia Payne, quien en 1925 identificó la presencia de hidrógeno en el Sol a partir del análisis  del espectro de luz emitido por este astro.  Su famoso asesor, Arthur Eddington consideró incorrecto el trabajo de Payne e hizo que asentara en su tesis doctoral que su resultado probablemente era incorrecto (nota al pie 1). Años después, se confirmó la validez del trabajo realizado por la astrónoma, e irónicamente Hans Bethe obtuvo el Nobel de Física (1967) por el estudio de la producción de energía en el Sol con base a reacciones de hidrógeno.

El día de hoy, la fusión de átomos de hidrógeno es una de las grandes esperanzas de la humanidad para producir energía limpia e ilimitada. Payne no pudo obtener trabajo como astrónoma en Inglaterra y debió emigrar a Estados Unidos en donde obtuvo una plaza en la Universidad de Harvard.

El caso de Lise Meitner es también motivo de una enorme reflexión. Los logros de esta científica en el área de la radiactividad son comparables a los de Madame Curie, al establecer un vínculo fundamental entre la famosa fórmula de Einstein (E=mc2) y la separación de los componentes de núcleos de uranio en fragmentos de menor masa. La diferencia entre las masas corresponde a la energía que se utiliza en los reactores pacíficos para producción de energía eléctrica y han contribuido a la comprensión de la naturaleza de los núcleos atómicos.

Cabe mencionar que al menos cinco galardones de Física se han conferido por avances en la comprensión y manejo tecnológico del núcleo atómico. Eventualmente, dos colegas varones de Meitner recibieron el Nobel de Química por el descubrimiento de la fisión nuclear, al tiempo que la científica debió huir a Suecia perseguida por el régimen nazi.

Un caso menos conocido es el de Chien-Shiung Wu, quien realizó los experimentos que dieron lugar al Premio Nobel de Física de 1957. Imaginemos el espejo de Alicia en el País de las Maravillas. Detrás del espejo podríamos visualizar un universo casi indistinguible al nuestro, pero con una diferencia muy sutil. Wu realizó experimentos con Cobalto 60 que mostraron que las simetrías especulares (asociadas con el término paridad) no ocurren en cierto tipo de desintegraciones radiactivas.

Sus experimentos mostraron que en realidad se requiere una simetría de mayor alcance para entender la realidad física.  Increíblemente, el premio fue concedido a los físicos Yang  y Lee, quienes realizaron trabajos de gran calidad teórica en relación a las simetrías de la naturaleza, pero que no participaron en los experimentos. Posteriormente, Wu fue activa en movimientos en favor de la equidad de género y recibió todos los reconocimientos existentes en su época… menos el Nobel de Física.

Se pueden escribir cientos de libros detallando ejemplos muy semejantes a los mencionados. Personajes como Vera Rubin, Emmy Noether y Rosalind Franklin son muy poco conocidos  fuera del medio científico y forman parte de una legión de mujeres en la ciencia cuyas contribuciones han sido decisivas para la transformación social (nota al pie 2).

La cobertura a la ciencia realizada por los medios de comunicación modernos abre la posibilidad de que el Nobel de Física se transforme, y se convierta en un motor para la necesaria equidad de género en nuestras sociedades.

1 D. Bonanis, E=mc2 : una biografía de la ecuación más famosa del mundo, Editorial Planeta (2005).
2 Un análisis de otros casos se encuentra en el sitio de noticias  de Physics Today : http://scitation.aip.org/content/aip/magazine/physicstoday/news/10.1063/PT.5.8191

prl/ICM

 

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