México, segundo lugar mundial en crímenes de odio contra población LGBTTTI

Mar, 11 Oct 2016
Delitos en contra de personas trans quedan en la impunidad
Reflexionan en la IBERO sobre el tema Cuerpos, diversidades y violencias simbólicas
  • Citlalin Ulloa, académica IBERO
  • Asistentes que escucharon la conferencia "Cuerpos, diversidades y violencias simbólicas"
  • Angie Rueda
  • Dr. Juan Pablo Vázquez, investigador de la IBERO
  • Jessica Durán

México es el segundo lugar mundial en crímenes de odio contra la población lésbico, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual (LGBTTTI), dijo la doctora Citlalin Ulloa Pizarro, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas (DCSP) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Durante la mesa de discusión Cuerpos, diversidades y violencias simbólicas, que formó parte del primer Coloquio internacional PISoR. Indignación, resistencias y universidad: diálogos sobre la incidencia social del conocimiento, organizado por el DCSP, Ulloa agregó que en este país donde la gente es poco tolerante a vivir con personas con VIH-SIDA, homosexuales, lesbianas y trans, quienes integran la comunidad LGBTTTI son discriminados y carecen de aceptación social.

Lo anterior porque existen discursos patriarcales que norman a la sociedad hacia la heteronormatividad, y por un Estado que no quiere garantizar a la población LGBTTTI el derecho a la dignidad humana, misma que constituye la base de los derechos humanos, como el de autodeterminarse, construir la propia identidad y de realizarse como personas en libertad.

Jessica Durán, fundadora y coordinadora de la Red de Juventudes Trans México, añadió que las personas trans en este país no tienen acceso a una vida libre de violencia dentro del espacio público, que va desde la burla o un golpe hasta crímenes de odio en el que son masacradas e incluso calcinadas. Como estos delitos no han sido tipificados a nivel estatal y federal, las personas trans no cuentan con mecanismos de acceso a la justicia.

Otras violencias contra las personas trans en México son: en el ámbito familiar, la expulsión de sus hogares; y en el ámbito de salud, la carencia de un protocolo de atención especializado, la falta de sensibilización al personal para atenderlos y la ausencia de una regulación que permita denunciar un acto de discriminación.

En más de la esfera pública, Jessica dijo que hay una “una guerra en contra de la diversidad, en contra de la diversidad de cuerpos”, a través de discursos asentados sobre bases biológicas, emanados desde las cúpulas conservadoras y del poder, que generan mayor hostilidad contra las personas trans. La existencia de una heteronormatividad social y en las instituciones públicas es la razón de que los crímenes contra las personas trans queden impunes.

“El caso de Paola Lezama (trabajadora sexual trans asesinada) es un ejemplo de ello. Teniendo al delincuente, al asesino, dentro del automóvil en el que iba, los policías lo procesaron, lo llevaron, y el proceso terminó cuando un juez determinó que no había elementos del delito que pudieran dar una sentencia hacia esa persona, siendo que ya estaba procesado, y lo liberó en ese momento. Entonces con todas las pruebas, con todos los testimoniales, operó simplemente la impunidad. Y evidentemente un recurso que se utiliza es la corrupción”.

Para acabar con las manifestaciones violentas y contra la población LGBTTTI, la Coordinadora de la Red de Juventudes Trans considera necesario repensar el sistema en el que vivimos, el cual se sostiene en esa violencia, en lo social, cultural, judicial, político y económico, que permite a unos mantener sus privilegios, y desaparecer a otros. “Por ejemplo, el suicidio de las personas LGBTTTI es una forma en cómo la sociedad, todo el aparato social, cultural y jurídico, van orillando a esas vidas a terminar”.

Lo que hay que hacer es “reunir los cuerpos, las voces, la escucha”, en espacios donde se resalte el diálogo y la escucha activa de las vivencias entre personas trans y las que no lo son, “porque de pronto pensaríamos que una persona que no es trans no tiene nada que ver con una persona trans, o de pronto pensaríamos que no podríamos encontrar empatía”.

Pero ser empáticos conlleva un proceso de desaprender, no solamente de aprender.  “Una de esas cosas que nos enseñaron es a atacar la diferencia, callarla, anularla; y la anulamos desde nuestro propio cuerpo. Entonces reconocer desde el cuerpo propio para reconocer desde otras corporalidades y desde otras vidas creo que es un buen paso para empezar a reconocer que las otras vidas importan, que las otras vidas necesitan empatía para sobrevivir en este mundo, y que todas las muertes merecen un luto digno y merecen ser dignificadas”.

En la mesa Cuerpos, diversidades y violencias simbólicas también participaron el Dr. Juan Pablo Vázquez Gutiérrez, coordinador de la Maestría en Sociología de la IBERO, y Angie Rueda, mujer trans y egresada de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Pedro Rendón/ICM

 

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