El Papa Francisco y la renovación

Vie, 12 Feb 2016
Comentario del doctor Gilberto Santa Rita Tamés, académico del Departamento de Derecho de la Ibero
  • Papa Francisco

Independientemente de ideología o religión es innegable que la visita del máximo jerarca de la Iglesia Católica es un suceso importante para nuestro país. Desde el punto de vista estrictamente formal representa el arribo de un jefe de Estado que debe tener todas las solemnidades acostumbradas. Sin embargo, el pontificado del Papa ha tenido como característica una importante austeridad. De la mano de los medios de comunicación se sabe que se ha pronunciado contra los banquetes y demás celebraciones suntuosas, por lo que la visita será sencilla en cuando a su organización práctica.

¿A qué viene Francisco? Para los fieles sin duda se trata de una época de renovación y reflexión, donde los valores del catolicismo serán objeto de una profunda meditación. El Papa ha hecho una importante petición: desea de corazón pasar unos momentos a solas con la Virgen de Guadalupe en su santuario. Ello simbólicamente implica una alianza con el pueblo de México por medio de uno de sus símbolos más importantes y eso no debe echarse en saco roto.

Mucho se ha discutido si el Papa hablará con los padres de los 43 desaparecidos o visitará a personas privadas de la libertad en alguna prisión. A ciencia cierta no se sabe qué ocurrirá durante la visita. Lo que si es seguro son las obras de mejoramiento que han efectuado diversos gobiernos para recibir al obispo de Roma. En México al igual que en los países poco democráticos, los problemas se resuelven solamente de manera transitoria y superficial. Los medios de comunicación y las redes sociales ahora sirven como instrumentos que permiten saber lo que hace el gobierno y con qué propósito. El Papa es una persona con un profundo sentido social y gran inteligencia. No se dejará engañar por la limpieza de las calles o el nuevo pavimento.

El espíritu crítico y la profunda cosmovisión jesuita hacen del Papa Francisco un personaje muy interesante. La realidad mexicana posee justo el paradigma de aquello que los jesuitas buscan reformar. Pobreza, injusticia, corrupción y violencia son los principales enemigos de la orden y su disciplina. El humanismo, entonces, es la piedra angular del pontífice, no porque sus antecesores no lo hayan predicado, sino porque la orden jesuita es especialmente incisiva en ese tema. El estado de la cuestión en nuestro país no es nada halagüeña en materia de derechos humanos. La paradoja es que México, como uno de los países que más convenios internacionales en materia de derechos humanos ha suscrito, es uno de los sitios donde su vigencia se encuentra más ensombrecida. Una nación con más de 30 funcionarios especializados en garantizar la vigencia de los derechos fundamentales y que a pesar de ello se vulneran todos los días.

La violaciones a derechos humanos se viven en la cotidianidad, en las comunidades más pobres pero también en las grandes ciudades. El clima de antijuridicidad es tal que los ciudadanos ya nos hemos acostumbrado. El principal problema se encuentra en las policías a tal grado que el papel se ha invertido. Las instituciones policiales en lugar de ser una fuente de seguridad son la principal causa de vulneración a los derechos humanos. Aunado a ello que es permanente e innegable, las desapariciones forzadas están a la orden del día. Ciudadanos de a pie se esfuman en diversos lugares de nuestro México tan herido. La pobreza como factor criminógeno y resultado de la falta de democracia material tampoco se podrán esconder. Ante todo ello el Papa viene a renovar la fe no sólo de los católicos sino en todos los habitantes de nuestro país e incluso más allá de nuestras vergonzosas fronteras. Pero la renovación no debe entenderse sólo a través de un prisma espiritual, ¡no!, la visita del Papa viene a poner los ojos del mundo en México y nos habrá de transmitir que no estamos solos ante la profunda crisis humanitaria que atravesamos.

Las autoridades eclesiásticas han dicho que Francisco no viene a solucionar los problemas de nuestro país. Lo anterior se comprende mediante la lógica más elemental. Lo verdaderamente interesante radica en ¿qué le dirá a nuestras autoridades? La agenda en materia de seguridad es digna de una dictadura y Francisco, argentino, lo sabe de sobremanera. También sabemos que debido a su investidura y representación de un Estado no puede invadir los asuntos públicos. No obstante, el discurso y la visita innegablemente tendrán repercusiones políticas. En México todo se aprovecha para sacara raja. Los políticos son como termitas que devoran todo de manera insaciable.

El Papa vendrá a renovar un pacto de paz y dirá a las autoridades que sus acciones u omisiones dañan los derechos humanos. Eso ya lo sabemos, pero que ello venga de un interlocutor como él tiene un significado distinto. El Papa hablará más que con políticos con la gente. En Chiapas tendrá un recibimiento noble por algunos de los sectores sociales más marginados del planeta. Las muestras musicales de mal gusto y la mercadotecnia farandulera no tendrán para él ninguna importancia. Francisco se irá preocupado de México, alarmado por lo que verá con sus propios ojos y escuchará de viva voz. Nuestro querido país se encuentra mal y en este momento cualquier circunstancia no violenta es digna de celebración. En ese mismo sentido, y con independencia de opiniones el Papa será bienvenido por la mayoría de la gente, su pontificado reformador, novedoso y jesuita es una buena noticia para todos. Si trae esperanza para alguien que ha sido violentado en su vida entonces bienvenido sea el Papa Francisco esta y muchas otras ocasiones.

 

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